Mientras no estemos comprometidos surgirán dudas sobre si existe la posibilidad de volver atrás, y siempre hay ineficacia.
En todos los actos plenos de iniciativa y de creatividad hay una verdad elemental, cuya ignorancia mata innumerables planes, ideas espléndidas. En el momento en que asumimos un compromiso de manera definitiva, la Providencia también se pone en movimiento.
Todo tipo de cosas ocurren para ayudarnos, que en otras circunstancias jamás hubieran ocurrido. Todo un fluir de acontecimientos, situaciones y decisiones crean a nuestro favor todo tipo de incidentes, encuentros y ayuda material, que nunca hubiéramos soñado encontrar en nuestro camino.
Todos tenemos un centro. Cuando hablamos del centro hablamos de quién eres de verdad de lo mejor que hay en ti, de tu YO GENUINO, alineado con los valores que realmente te importan. Hablamos de equilibrio, de serenidad, de sensación de ser poderosos, de ser grandes… Esto y más es estar en el centro de tu ser, porque estar en el centro lo detectamos cuando hacemos lo que queremos y debemos hacer.
Nada de lo que hacemos nos chirría, el miedo se esfuma, la alegría florece, asumimos los cambios como una aventura maravillosa de descubrimiento y no sentirnos amenazados. Nos sentimos realizados, dejamos de hablar de esos personajes que hemos inventado, que no son nosotros mismos y trascendemos.
Se esfuman las dudas que nos desalientan, que nos dan miedo, porque dejamos hablar a nuestro centro, quien realmente sabe lo que es importante. Dejamos hablar al que tiene poder para hacer que nuestros resultados sean magníficos, pero no solo los resultados sino también el gozo de ser auténtico con sentido.
